La posibilidad de una competencia real electoral, en 2027, estriba en la capacidad de los partidos políticos de competir por las 17 gubernaturas, en juego, sin acordar alianzas electorales totales o parciales. El objetivo es sacar de la zona de confort a los partidos satélite del escurrimiento de votos a su favor a través de estos mecanismos de lucha electoral.
El reto es mayúsculo, incluso, para los partidos que tienen mayor estructura territorial y presupuestarias. En este caso Morena y PAN tienen, en este escenario de cero alianzas, la posibilidad de demostrar el verdadero alcance político-electora, actual, y ofrecer a los electores una contienda pareja y de mayor interés. Además, se abre la puerta para sacar a los partidos que tienen un papel de rémora.
Morena desde sus primeros años en la batalla democrática lo ha hecho en alianza. Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, afirma que “Va a haber alianza, esperemos que sí, lo vamos a platicar en su momento con el Verde Ecologista y con el Partido del Trabajo, pero nosotros apostamos a que vayamos en conjunto”, dijo.
Bajo ese ánimo Alcalde Luján resaltó la alianza que se tiene con ambos partidos en el Congreso de la Unión, que, dijo, ha permitido llevar los programas sociales a la Constitución.
En tanto, PRI y PAN pusieron una pausa a la alianza que se conformó en 2024 durante el periodo de la dirigencia de Marko Cortés y Alejandro Moreno. Ahora esa unión se encuentra fuera de la ecuación de los panistas y más bien se habla de una alianza con Movimiento Ciudadano.
Mientras que el PRI apuesta los residuos de su capital por una elección intermedia sin aliados y con altas probabilidades de descender en las preferencias electorales. El riesgo es alto para la dirigencia de Alejandro Moreno e incluso su permanencia.
Sin embargo, al emecista Jorge Álvarez Máynez le comienza a preocupar la comparación de ser el partido sustituto del PRI en una posible alianza con el PAN y ser calificado de instituto político derechizado. Y es que, aunque su política, desde su nacimiento en 1999 es la de las alianzas. El partido de Dante Delgado se encuentra en la encrucijada de dar el salto, pese a los resultados que le ofrezca la dirigencia de Álvarez Máynez o amarrar triunfos de la mano del PAN.
El caso del Partido del Trabajo es el más paradigmático. La eternizada dirigencia de Alberto Anaya pone al partido en la idea de manejarse solo, después de más de 20 años de dependencia de alianzas, lo mismo con el PRI, el extinto PRD y PVEM. Su tradición de dependencia de los triunfos en coalición se volvió un modus vivendi del dirigente.
De esta manera el PVEM encontró desde hace 25 años, alianzas que le reditúan en espacios y permanencia en la escena política. En la mayoría de las entidades, el partido podría contender de manera independiente, dependiendo de plataformas, proyectos de gobierno y la parte personal”, argumenta el coordinador nacional del partido, Arturo Escobar.
Los comicios de 2027 plantean de manera natural una contienda entre iguales. Y el ejercicio democrático será una prueba, falta la voluntad de cada dirigente para ofrecerle a los electores un espectro amplio y ofertas políticas sin matices.