La rebelión del Partido del Trabajo está declarada hacia Morena. En el war room del sempiterno dirigente, Alberto Anaya, insisten en aprovechar el impulso electoral obtenido en los comicios del 1 junio obligar a los morenistas a negociar a la par; así como quitarle al PT la etiqueta de instituto encargado de recibir políticos de segunda.
El adoptar a morenistas random es costoso en las filas del PT, en términos políticos, ya que se les debe entregar espacios y cierto trato preferencial. El resultado es que los petistas de base tienen que ceder espacios para que Anaya Gutiérrez, quede bien frente al partido en el poder y se mantenga la unidad del “movimiento”. De eso depende que partido de la estrella amarilla pueda adaptar el concepto de cuatroté y movimiento en sus discursos y canales de propaganda.
Sin embargo, en años recientes, el PT se convirtió en el receptáculo de desechos políticos. Nombres y personajes como Gerardo Fernández Noroña, Jaime Bonilla, Ricardo “El Tigre” Mejía, Yeidckol Polevnsky, Fernando Vilchis y la expanista Diana Karina Barreras, engrosaron las filas del PT derivado de negociaciones internas, pero la mayoría como apéndice del morenismo. Aunque casos como el de Polevnsky y Bonilla es por distanciamiento saludable con Morena. Su presencia generaba más negativos y restaba a la unidad.
En la historia del PT no es la primera vez en que cede espacios para ganar prebendas. En el año 2000, la entrada del extinto Partido de Centro Democrático, al círculo de Andrés Manuel López Obrador, fue la primera ocasión en que entregó espacios políticos en la Ciudad de México. En esa negociación estaban Anaya Gutiérrez y José Narro Céspedes. Ahora, separados, pero unidos al final, en distinta trinchera, por la ambición de poder, gracias a que saben gravitar alrededor de Morena.
Ahora, el reciente caso de Gerardo Fernández Noroña y su casa de 12 millones de pesos, en Tepoztlán, en se convierte en el punto de inflexión entre el petismos y el morenismo. Aunque ha causado más reacciones contra Morena, el partido que le dio cobijo a Fernendez Noroña es el partido de Alberto Anaya.
En el PT se concentran los personajes polémicos simpatizantes de la cuatroté y cuando revienta el escándalo pega en Morena. Y es que Anaya Gutiérrez opta por dejar que la crisis se escurra hacia Morena y su partido se mantiene en una línea de flotación cómoda. Ni defiende a la cuatroté ni condena los excesos, pero es beneficiario colateral de lo que significa ser de la mayoría.
Y es que el partido de Anaya tiene la mira puesta en las elecciones de 2027 y en la pesca de morenistas discrepantes con las medidas de antinepotismo y de reelección pese a resultados mediocres. Aunque no es lo óptimo para su política de ser el partido de los desechos es, según su análisis interno, la manera de ganar adeptos y consolidarse para los próximos cinco años quizá como fuerza sin Morena.
El PT quiere independizarse de Morena. Es un paso complicado para ambos partidos, pero el PT no solo quiere más espacios políticos, también desea más prerrogativas.