Los jaloneos entre morenistas de Veracruz agudiza la crisis postelectoral interna y refleja la carencia de liderazgos locales. El partido requiere de la figura del caudillo. Además, el fuego amigo está declarado. El senador y ex dirigente de Morena en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, es el opositor del actual dirigente Esteban Ramírez Zepeta, ya que durante las negociaciones le quedó poco espacio de operación y sus candidatos no tuvieron relevancia.

En su momento, a Huerta Ladrón de Guevara lo señalaron como uno de los operadores que jugaron doble papel con su partido y con otros partidos en la entidad. Aposto doble y perdió. Ahora, exige la cabeza de Ramírez Zepeta. Sin embargo, el senador y Eric Cisneros, exsecretario de Gobierno de Cuitláhuac García, formaron parte de la trama que llevó al partido guinda a sentir más pesada la derrota.

En esta compleja situación postelectoral al interior de Morena, la Comisión Nacional de Honor y Justicia revisa el actuar del senador y del exsecretario de Gobierno. Por esa razón comenzó el reparto de culpas tras la derrota.

El proceso de cicatrización, en Morena de Veracruz, será lento. La expectativa era alta, pero la caída no era la esperada. Los tiempos para discutir la permanencia del dirigente actual aún no llegan. Aunque como en el viejo estilo, la derrota electoral no es de los candidatos, es del dirigente y tiene que salir.

En lo formal, el proceso electoral concluye hasta que se resuelvan las impugnaciones, por ello es que la insinuación de un relevo en la dirigencia es inviable. Aún así, la revuelta comienza a crecer.

Y es que, Esteban Ramírez incomodó a la facción de senadores morenistas, cuando rechazó la adhesión de Miguel Ángel Yunes Márquez. Su abierta oposición al clan Yunes le costó una llamada de atención desde el CEN para evitar más crispaciones. Ahí comenzó el choque interno de fuerzas morenistas. Fue la bancada contra el dirigente estatal. Dos poderes confrontados y Yunes Márquez, la figura de la discordia.

En su momento, Esteban Ramírez expresó: “no le vamos a permitir la entrada a personajes con pasado oscuro”. Ahora, llegó el tiempo de cobrarle su rebeldía y Manuel Huerta Ladrón de Guevara es el encargado de exhibirlo.

Aunque había elementos de choque naturales. El factor Yunes fracturó la unidad en el partido. E incluso Yunes Márques, a través de una carta, expresó su apoyo a la Presidenta, pero no se comprometió con el morenismo de Veracruz. Su aspiración de ser morenista quedó trunca y se debió a que la bancada en el Senado lo arropó, pero no se sumó como los militantes del estado en el que cimentó su carrera política.

Manuel Huerta Ladrón de Guevara acusa de manera sesgada. Evita la suma de los componentes de la derrota de Morena. El efecto Yunes de brazos caídos el día de la elección, la alianza “coja” con el PT en el estado y el doble juego de operadores morenistas en favor de candidatos de Movimiento Ciudadano. Todo sumó en contra del partido y exhibió que es un instituto político frágil sin liderazgos y con facciones con ansiosas de venganza.