Este 21 de octubre el sacerdote tsotsil Marcelo Pérez Pérez, de 50 años, fue asesinado de varios tiros al salir de oficiar una misa en el barrio Cuxtitali, San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
El obispo de San Cristóbal de las Casas, Rodrigo Aguilar Martínez reconoció que sabían de las amenazas contra el párroco, sin embargo, se negó a recibir protección.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos, envió una recomendación ya que Pérez había sido amenazado por su labor como mediador y promotor de la paz, enfrentando la violencia interétnica y la economía criminal que ha surgido en la zona de Pantelhó, Chiapas. Fue un luchador incansable por la verdad y la justicia de la región”, se lee en el texto publicado por la CNDH.
La CNDH solicitó al Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos para otorgar de medidas cautelares a la familia del activista, así como a las personas que pudieran estar en riesgo tras su asesinato.
Insiste en que ellos han recalcado la necesidad de combatir las agresiones contra periodistas y defensores mediante acciones preventivas, así como mecanismos que permitan obtener justicia expedita.
El comunicado también hace un llamado al gobierno de Chiapas a investigar rigurosamente para esclarecer el asesinato de Pérez Pérez y se tome en cuenta la línea de investigación de su activismo y su trabajo en la defensa de los derechos humanos.
Chiapas es una entidad donde se ha recrudecido la violencia ya que se han mezclado diferentes temas que conducen a la ingobernabilidad. Es una zona donde históricamente se vive la injusticia y la drscriminación que afecta a miles de localidades mayoritariamente indígenas. A eso se le suma la pelea creciente entre grupos del crimen organizado que “pelean la plaza”, dejando a la población de por sí vulnerable, en medio del abandono gubernamental.
La llegada y paso de miles de migrantes que entran a Chiapas para continuar su camino hacia Estados Unidos ha generado un punto fértil para la delincuencia que recurre al secuestro, extorsión y otros delitos de los que son víctimas a diario personas que sólo buscan mejorar sus condiciones de vida.
La indiferencia antes la violencia de Chiapas
A pesar de que por todo el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se denunció el crecimiento del crimen organizado y el subregistro de hechos violentos en la entidad, el gobernador Rutilio Escandón Cadenas negó y niega categóricamente los hechos, los datos y afirma que en la entidad no hay problemas.
Los discursos oficiales, así como en otras entidades como Sinaloa, Michoacán, Guerrero o Veracruz, minimizan el evidente daño que hace la inseguridad a la población que debe abandonar sus comunidades para escapar de la violencia.
El Centro de Derechos humanos Fray Bartolomé de las Casas declaró que Chiapas vive una verdadera crisis humanitaria, por la cantidad de personas desplazadas.
En julio de este año las autoridades estimaron que alrededor de 600 mexicanos se instalaron en refugios del municipio fronterizo de Cuilco, en el departamento de Huehuetenango de Guatemala, pues a pesar de las denuncias por violencia y presencia de grupos delictivos, ni autoridades locales, ni la Guardia Nacional actuaron para su protección.
A principios de este año se calculó una la cifra superior a las 10 mil personas desplazas. Los municipios de Chicomuselo, La Concordia y Chapultenango son los más afectados pues gran parte de su población escapa del reclutamiento forzado y la violencia desatada por los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Chiapas y Guatemala (CCyG)
La última morada de Marcelo Pérez Pérez
Marcelo Pérez Pérez en 2015 se movilizó junto a 10 mil indígenas para protestar contra la explotación minera. En esa ocasión denunció que dos hombres se infiltraron en la marcha que culminó en Tuxtla Gutiérrez para asesinarlo, sin éxito.
Su cuerpo fue enterrado en San Andrés Larráinzar, lugar donde se firmaron los acuerdos a favor de los derechos indígenas en 1996.
Allá en los Altos de Chiapas quienes lo acompañaron a su última morada lanzaron gritos de “¡Zapata vive, la lucha sigue y sigue!