Realidades y mitos alrededor de las violencias a las trabajadoras sexuales

Son varios los estigmas y las falsas creencias que se tienen alrededor del trabajo sexual, sin entender que existen distintas realidades donde las personas trabajadoras sexuales viven buenas y malas experiencias. Es importante comprender la complejidad del trabajo sexual y visualizarlo también como un proyecto de vida para miles de personas en México.

Ayer, 17 de diciembre se conmemoró el Día Internacional por el Fin de la Violencia contra las Trabajadoras Sexuales, Tejiendo Pueblos junto con la Alianza Mexicana de Trabajadoras Sexuales (AMETS), buscan visibilizar la importancia de erradicar la discriminación y violencias que viven de manera sistémica las trabajadoras sexuales independientes en nuestro país, e incentivar una adecuada percepción para no revictimizarlas. Es por ello, que en esta ocasión, cinco trabajadoras sexuales comparten las mejores y peores experiencias que han tenido trabajando. Entender sus realidades, es el primer paso para quitar el estigma hacia el trabajo sexual.

Midori, trabajadora sexual cis

“Mi anécdota chida fue mi primer trabajo sexual, en el que tuve mucha suerte porque yo empecé hace 17 años en una casa de citas… era una casa que era manejada por una trabajadora sexual que se dedicó a esto toda su vida y a cierta edad, ya mayor, decidió poner una casa, pero ella al ser también trabajadora, conocía necesidades que teníamos, como un lugar cómodo en el cual trabajar.”

“Mi experiencia no chida, sería justo el motivo por el que dejé de trabajar en ese lugar. Un operativo llegó diciendo que estaba salvando mujeres en situación de trata. Fue ese primer momento en el que me di cuenta que algo estaba mal sobre ese discurso de estar salvando mujeres. Fue una situación con mucha violencia, y ya no pude seguir trabajando en ese lugar donde me sentía cómoda, y porque a la mujer que llevaba la casa, se la llevaron en calidad de tratante. La señora me caía bien y no podía hacer nada en ese momento; tuve que buscar otro lugar en donde trabajar… fue muy frustrante”.

 

Ivonne, trabajadora sexual trans

“Vengo de Veracruz, tengo exactamente 20 años en el trabajo sexual, lo positivo que me ha pasado fue haber conocido a un señor sueco, de 68 a 70 años de edad, fue el que me sacó por un buen tiempo del trabajo sexual, me compró departamento, me operó, me puso guapa, y todo muy bonito, porque aquí en la CDMX pisé con la pata derecha y me ha ido de maravilla…es como todo, hay altas y bajas.”

 

“Después de que este señor me ayudará, por malagradecida, me fui al bote 8 años de mi vida. Y así como la vida me dio, la vida me quitó, hasta mi salud. Todo lo que se obtiene mal, acaba mal, se los digo por experiencia propia. No me da pena decirlo, vivo con VIH, no me infecté en la calle, me infecté en el reclusorio preventivo varonil oriente.”

 

Randy, trabajadora sexual cis

“Creo que lo mejor que me ha pasado en esta chamba es que tuve la oportunidad de enamorarme de otras colegas trabajadoras sexuales. En estos 7 años que me he dedicado a esto, me he enamorado de 3. En su momento ese vínculo afectivo y esos silencios de saber que nos sentíamos cómodas, y que hay cosas que no es necesario hablarlas para entendernos, fue lo mejor que me pudo pasar en mi proceso de lesbiandad… como el enamorarme de otras putas”.

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“No sé si ha sido una cuestión de suerte o azar, o qué… antes de dedicarme a esto pues ya era culera, era perra. Creo que por esas actitudes yo me forje en el barrio, en la calle, siendo de periferias muy violentas, me sirvieron mucho para entrar a este trabajo. Hasta el momento no me ha pasado nada terrible, solo situaciones incómodas en que la clientela espera algo que no soy y que me vea de una forma o que tienen las ideas de que debería vestirme de cierta forma en el servicio y que evidentemente llego en short deportivo y gorra, pero por fortuna no he tenido una situación horrible”.

 

Alba, trabajadora sexual cis

“He aprendido a darle un sentido a mi trabajo, ya que he visto que también aporto mucho, independientemente de solo coger. Me he topado a muchos clientes, que me buscan para esa parte, si sexual, pero también emocional y afectiva, y que veo que como sociedad estamos bien rotos. Y esta parte me ha dejado mucha satisfacción, el poder también apoyarles, porque al final me buscan para platicar o para salir, y si bien no son mis novios porque yo no los busco para eso, ni ellos a mí, encuentro en ellos un apoyo que muchas veces ni con mi familia tengo; económicamente, emocional. Entonces yo creo que eso, encontrar redes de apoyo en mis clientes ha sido de las experiencias más bonitas”.

 

“Yo empecé a trabajar cuando era muy morrita, bueno 18 – 19, y en esta inexperiencia de saber cómo manejar a los clientes o poner límites, -porque esta chamba requiere de poner muchos límites y muchas reglas, no es como al ahí se va como muchas personas piensan-. Pero en ese entonces no sabía cómo ponerlos y un cliente que era mayor que yo por 30 años, se quitó el condón, me puso como de perrito, yo no me di cuenta y se corrió dentro y quedé embarazada. Fue muy confrontante, de por si cuando quedas embarazada de uno no deseado es complicado, y luego era un cliente. Jamás le dije, yo viví sola el proceso, y desde muchas áreas fue complicado”.

 

Luna, trabajadora sexual cis

“En marzo antes de que comenzará la pandemia pase un día muy padre con unos clientes. Nos juntamos los cumpleañeros de marzo; clientes y yo, y estuvo muy bonito, porque hubo pastel, gorritos y nos tomamos una foto que tengo con unos condoncillos dentro del pastel, adornados, yo en medio y los clientes a mi lado. Obviamente hubo servicio, pero lo principal era el festejo y se dio esa oportunidad porque ya había confianza entre clientes, ya nos conocíamos y nos la pasamos muy bien”.

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“Mi novatada entrando al trabajo sexual no fue una experiencia chida. Una de las reglas es cobrar primero y hasta el segundo día lo hice; ya que di el servicio y en cosa de segundos entré al baño y cuando salí ya no estaba, se fueron sin pagar”.

 

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