Hace unos días en el marco del festejo de los 64 años del mercado de La Merced: comerciantes, clientes y habitantes del barrio, celebraron la riqueza cultural, patrimonial y económica presente en la zona, la cual ha permitido el sustento de numerosas familias desde 1957, y ha representado uno de los puntos más importantes de abasto comercial en la ciudad; el comercio se observa en varias formas y una de ellas es el comercio sexual.
Desde hace décadas, el barrio de La Merced también es conocido por la venta de servicios sexuales. Si se pasea por la Avenida Circunvalación o algunas calles como Manzanares o Soledad, veremos a varias mujeres ejerciendo el comercio sexual.
En La Merced existen numerosos casos de mujeres víctimas de explotación sexual, el modo de operación es recurrente: son captadas a edad muy temprana desde los 13 o 15 años, su explotador se presenta como un pretendiente en sus lugares de origen, que suelen ser comunidades rurales de estados del centro y sur del país como Tlaxcala, Puebla, Morelos, Guerreo, Veracruz, Yucatán y Estado de México. No se trata de un enganche por medio del secuestro o el rapto, sino de una manipulación emocional y enamoramiento a mujeres en situación de vulnerabilidad -pobreza multidimensional, violencia de género, violencia familiar, problemas emocionales, etc.
Una vez consolidada una relación aparentemente amorosa, los explotadores obligan a su pareja que realmente es su víctima, a trasladarse a la Ciudad de México y ejercer el comercio sexual. Parece ser un acuerdo entre pareja, sin embargo, los tratantes desde que inician a trabajar a una víctima lo hacen con el fin de explotarla sexualmente.
La adolescencia de estás mujeres transcurre en La Merced en escenarios de comercio sexual, violencia de género y maternidad, ya que los tratantes procuran embarazarlas y así manipularlas con el bienestar de sus hijas o hijos; por ello las mujeres víctimas de explotación sexual no tienen oportunidad de estudiar, realizar otro tipo de actividad, o incluso convivir con sus familias. Trabajan más de 8 horas al día y no tienen descansos ni siquiera cuando se encuentran menstruando.
Tras años de explotación, algunas han salido y sobrevivido; han sido rescatadas por organizaciones que combaten la trata de personas, escapado, o incluso han podido terminar esa relación con su pareja/explotador quien les remplaza con una víctima más joven, para obtener más ganancias.
Después de salir de la explotación sexual, las mujeres se enfrentan a una realidad sumamente compleja: sin patrimonio, lejos de sus familias, sin estudios básicos, sin experiencia laboral, con dos o más hijas o hijos. Por lo que muchas optan por volver al comercio sexual, pero ahora como trabajadoras sexuales; es decir sin que ninguna persona u organización les obligue a hacerlo.
Como trabajadoras sexuales y sobrevivientes de explotación sexual, las mujeres en La Merced continúan enfrentándose a una fuerte violencia, pobreza, exclusión y estigma. Sin embargo, muchas de ellas sueñan con generar sus propios negocios, ahorrar para un patrimonio o su retiro.
Es en este contexto que Lady Meche, acompaña a las mujeres inmersas en el comercio sexual en el Barrio de La Merced. “Denunciamos que muchas de las mujeres y niñas que ofrecen sus servicios sexuales en la zona son víctimas de explotación sexual, así como muchas trabajadoras sexuales en algún momento lo fueron. La explotación sexual debe ser prevenida, el Estado tiene que crear las medidas para que más mujeres y niñas no sean captadas por estas redes, así como se debe atender con la mayor justicia a las víctimas. Finalmente no se puede perder de vista el daño causado a las mismas, por ello exigimos se creen programas y apoyos sociales con perspectiva de género para las mujeres que deseen salir del trabajo sexual, así como existan las mejores condiciones de seguridad para las que deciden seguir en la actividad”, señala Natalia Martínez Payan, co fundadora de Lady Meche.