■Israel Mendoza Pérez
@imendozape
La debacle del PRI en las urnas la tenía clara un sector del Revolucionario Institucional encargado de analizar los escenarios de las elecciones más competidas a las que se enfrentaría. Incluso, el documento en el que se tienen antecedentes y una serie de pasos y amarres entre la cúpula del partido tricolor y la cuatroté, los conoció por parte del PAN, Jorge Ocejo Moreno y el izquierdista Mario Rechy.
En el análisis, se parte de los primeros acercamientos de los priistas que tuvieron con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el 2000 cuando llegó a la Jefatura de Gobierno. Así que son más de 20 años de una relación de negociación política, pero sobre todo de conveniencias. Ahora, con la dirigencia de Alejandro Moreno quedó más que al descubierto ese “pacto político”.
Alito. Intereses oscuros. |
De acuerdo con el análisis, del cual obra en copia de este espacio, en 2018 una parte del PRI operó a través de la CNC encabezada con Ismael Hernández Deras para darle a Morena la estructura necesaria para ganar la elección. Hasta el momento, el tricolor había sido el partido que había creado distintas estructuras para afianzar votos de distintos sectores y uno de ellos el campesino fue entregado.
Posteriormente, con la llegada de Alejandro Moreno Cárdenas se trabajó para tener un dirigente flexible con el fin de que se repitiera la estrategia de la Ciudad de México, y el PRI se convirtiera en su operador político, para el partido en el poder, en las elecciones intermedias de este año y así obtener la mayoría de la Cámara de Diputados, para lo cual Alejandro Moreno tuvo un papel de doble agente.
En el momento de armar una alianza con las dos históricas fuerzas rivales, PAN y PRD, Alejandro Moreno impuso a candidatos en los cuales había personajes sin arraigo y que no respondían a la militancia del PRI, sino a los designios e intereses de Moreno Cárdenas. Ahí radicó, el alto porcentaje de derrotas para el otrora partido aplanadora.
Moreno Cárdenas se volvió en el sepulturero del PRI.
Otra de sus cartas fue permitir que el partido tricolor se dividiera desde las gubernaturas. Por un lado, quienes se mantuvieron en la alianza federalistas y los que se mantuvieron en una posición neutra, aunque más cercanos al gobierno federal.
Desde ese momento se rompieron los equilibrios en el PRI, Moreno Cárdenas perdió el control del partido y bajo el pragmatismo laissez faire, laissez passer, permitió que se vieran a los priistas más reacios a tratar de rescatar al PRI en algunos distritos electorales, mientras otros simplemente dejaron pasar el cayuco completo.
Alejandro Moreno tampoco pudo retener la gubernatura de Campeche. Su último “bastión”. Su dirigencia quedó debilitada al interior del partido. Hacia el exterior presume victorias pírricas. Esa es la dirigencia que tienen los priistas, que no pudieron detener y la cual tiene cuentas pendientes y una gran opacidad en su actuar. Errores y omisiones envuelven al dirigente priista el que tiene al partido en una situación de inanición.▃