■Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Acostumbrado a hacer una política de oídos sordos y detentar pequeños cotos de poder, Alfonso Ramírez Cuéllar va por su reelección al postularse por el distrito 14 de Tlalpan. La candidatura lo ensoberbeció desde las primeras horas que Morena avaló su aspiración y al primero en darle una patada de desprecio fue al Partido del Trabajo, del histórico aliado Alberto Anaya Gutiérrez.
De acuerdo con los cercanos al proceso de selección de candidatos morenistas, la mano de René Bejarano, en la Ciudad de México, estuvo sobrada y repartió el juego a sus intereses. Como siempre. La encuesta que se llevó a cabo para designar candidatos no se dio a conocer y Ramírez Cuéllar despreció ir por la diputación plurinominal y abrir espacios para aspirantes del PT. La ambición política trastornó su ánimo y la única verdad es la del dirigente barzonista. Al ser nombrado dirigente interino de Morena, Ramírez Cuéllar tuvo un paso grisáceo y anecdótico. En su desesperación por quedar bien con el presidente Andrés Manuel López Obrador, llamó a los dirigentes del partido Verde y del Trabajo en junio de 2020 y los invitó a extender la alianza política y llevarla como agenda a San Lázaro y con miras al 6 de junio de este año. Ahora, ninguno de los aliados figura con fuerza entre los candidatos para los comicios venideros.
En su momento, el acuerdo con los partidos aliados comenzaba a trazar el camino hacia lo electoral; sin embargo, Ramírez Cuéllar rechaza cualquier intento de plática con el Partido del Trabajo. La foto en la que apareció a un lado de Alberto Anaya sólo fue para tener un testimonio a su favor. Ahora, al PT sólo le dejan mendrugos de la cuatroté. Ramírez Cuéllar es un doble cara. Cuando necesitó legitimarse como afín al proyecto transformador estuvo a un lado de los aliados. Sus palabras fueron sucintas: “convoco a una jornada nacional virtual de diálogos y organización en defensa del presidente de la República y la discusión sobre las posibles coaliciones, se verá posteriormente en cada partido ya que aún hay tiempo”. El tiempo pasó, Ramírez Cuéllar dejó la dirigencia de su partido. Los aliados se volvieron, a menos de un año de distancia, un estorbo para los intereses de quien se declaró el defensor del proyecto transformador desde el partido en el poder. El PT se convirtió en el partido más golpeado por parte de algunos sectores de la cuatroté. Candidatos dispersos, pocos acuerdos y este reciente desaguisado con el histórico líder de El Barzón es una señal de que no hay amarres suficientes para mantener una alianza futura. A tres meses de los comicios, queda una última llamada para mantener una alianza que se ha tenido desde hace dos décadas con el Partido del Trabajo.
Alberto Anaya tiene una “sana distancia obligada” con Morena y Ramírez Cuéllar no cumplió del todo la alianza política con el PT. Además, mantenerse en el legislativo y cuidar sus cotos de poder son su prioridad. ▃