■Israel Mendoza Pérez
@imendozape
A más de un año de la salida forzada de Carlos Romero Deschamps de la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), las oficinas de Zaragoza número 15 y el control de las 36 secciones que conforma el sindicato petrolero se encuentran en un sospechoso impasse. Las disidencias como Petromex lanzan vítores pero ni control seccional ni un guiño formal de la cutroté concretan. No hay actos oficiales ni los legitima el gremio petrolero como su verdadero representate.
Las nuevas organizaciones que presumen tener el control del sindicato son tamaño liliputiense. La estructura es enorme y de grandes dimensiones para ostentar la fuerza que en algún momento representó el sindicato para el otrora partido en el poder. Aunque se rijan bajo los preceptos de Morena no son el brazo electoral que requiere el partido en el poder.
La presencia de Manuel Limón Hernández, diputado priista y secretario de Interior, Actas y Acuerdos —de facto dirigente del STPRM— es la anécdota de un poder perdido. Su calma y su bajo perfil son el ejemplo claro de nadar de muertito ante las aguas turbulentas. A su alrededor, las diferentes corrientes al interior del sindicato hacen declaraciones explosivas mediáticamente y viven glorias del pasado culpando los tentáculos corruptores de Romero Deschamps.
El zarpaso que le preparan a Limón Hernández es la de esperar a que termine su fuero rumbo a 2021 y ya sin “escudo” lanzarle la invitación de la digna retirada ya que a sus 73 años cuenta con la facilidad de emprender la salida de la dirigencia sindical.
Limón Hernández. Dirigente sin tamaño político. |
Según el acuerdo de jubilaciones entre Pemex y el Sindicato petrolero, establece en su Capítulo XVI, Cláusula 134, Regla 1, “jubilaciones por vejes”, último párrafo, del Contrato Colectivo de Trabajo celebrado entre Petróleos Mexicanos y el STPRM señala que: a los trabajadores que acreditan 30 años o más de servicio y 55 años de edad como mínimo y los que acrediten 35 años o más de servicio sin límite de edad, se les tomará como base para fijar la pensión. En estos casos y previo acuerdo con el sindicato, el patrón tendrá la facultad de jubilar al trabajador y este la obligación de aceptar la jubilación.
El poderosos sindicato tiene más recursos de los imaginados en sus arcas. A nivel nacional, Miguel Limón Hernández tiene la capacidad de manejar 100 millones de pesos. Las 36 secciones dejan al fondo del STPRM esa cantidad de dinero para un manejo a manos llenas de su actual dirigencia. Por eso no se va. Para mantener su ínfimo coto de poder, Petromex llevó a cabo un control de daños y reconoció que Yolanda Morales Izquierdo —su reciente dirigente— fue expulsada por sus nexos con Alejandro Cabrera Fernández, coordinador de Organizaciones Laborales de Pemex e incondicional de Romero Deschamps. La prueba de su blandengue fuerza quedó exhibida.
A Romero Deschamps le sobra fuerza al interior del STPRM y la facilidad de conseguir nuevos aliados se le facilita. Durante muchos años, el control económico del sindicato fue su mayor éxito. Triunfo tímido ya que sólo alcanzaba para comprar a una vetusta revista y salir en portada. Su imagen deteriorada de líder corrupto ya era un tema demasiado manido.
Petromex no representa ni la mitad de los agremiados ni tiene la fuerz apolítica para moverse a un lado de Morena, pero su nueva dirigente Patricia Rosa Andrade Reynoso llegó sólo a administrar un parte disidente y no cuenta con la venia de la cuatroté ya que a su arribo a la dirigencia no fue arropado por nadie del gabinete. Así de sencillo.▃