■Israel Mendoza Pérez
La aciaga liberación de Ovidio Guzmán López el 17 de octubre de 2019 es un estigma pesado para la cuatroté. Incluso, al presidente Andrés Manuel López Obrador se le podrá juzgar al terminar su sexenio si se presenta, en su momento, una denuncia por este controvertido caso en donde después de ochos meses aceptó que él dio la instrucción de liberar al hijo de El Chapo.
Las fuerzas armadas son el bordón de este gobierno. La tropa que se enfrentó con las huestes del Cártel de Sinaloa sólo recibió órdenes y liberó al presunto delincuente. Esa es la versión oficial y es inamovible. La justicia militar ya no pudo hacer un seguimiento si se llevaron a cabo los protocolos por quienes llegaron al domicilio en el que se detuvo a Ovidio. Sólo los reportes militares es lo que se tiene como parte del expediente.
Lo que aún queda como una asignatura pendiente es que no puede medirse con exactitud, el tema de la violencia que estaba en ciernes en aquella entidad en cuanto la patrulla de la Guardia Nacional fue agredida. La versión oficial habla de 200 personas que habrían sido víctimas del fuego cruzado; sin embargo, la encuesta: Ataques en Culiacán elaborada por Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) el 54 por ciento de los consultados se pronunció en desacuerdo de la liberación de Ovidio Guzmán.
Un año del culiacanazo. |
Aunque lo que las fuerzas armadas y los asesores de seguridad de presidencia perdieron de vista —en esos minutos de tensión— es que tenían un operativo en proceso que se corría el riesgo de que no fuera limpio totalmente, pero sí exitoso, ya que era el momento de mandar un mensaje bastante claro que no iba a haber tolerancia, frente a estos grupos, pero el poder Presidencial llevó a las tropas a replegarse. Aunque por los hechos y la forma en que se organizó el operativo se careció de una unión de mando entre los efectivos que participaron, una línea de mando única que es la que fija la estrategia a seguir y revisa la articulación y riesgos a los que se podían enfrentar. Pero en algún momento se rompió y lo demás derivó en caos y violencia que se convirtió en temor entre los integrantes de la tropa al verse rodeados.
Incluso, para los militares veteranos, la fallida Operación Ovidio no generó desprestigio para los efectivos militares ya que ellos sólo obedecieron órdenes. En todo caso el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas es el que será juzgado por la historia por lo acaecido en aquella funesta tarde.
La decisión que tomó el Primer Mandatario demuestra el poder mediático que tiene y le permite dejar libre a un delincuente de altísimo nivel sin que pase nada. Aunque en sentido contrario, en el mismo estudio demoscópico de GCE, el 63.5 por ciento de los encuestados señaló que el narcotráfico tiene más poder que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador,
A un año del culiacanazo, las Fuerzas Armadas se mantienen alejadas de llevar a cabo otro operativo de alto impacto y aunque su presencia en Sinaloa no cambió se descarta que vuelva intentar una detención en lo resta del sexenio.▃