Este miércoles falleció el ingeniero químico Mario Molina, ganador del premio Nobel de Química 1995 por su trabajo en la química de la atmósfera, murió a los 77 años de edad a causa de un infarto.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lamentó el deceso a través de su cuenta de Twitter “La Universidad Nacional Autónoma de México informa del lamentable fallecimiento del doctor Mario Molina, distinguido universitario, Premio Nobel de Química 1995.”
A través de un comunicado, el Centro Mario Molina agradeció las muestras de afecto para su esposa, sus hijos y sus hermanos. “El Dr. Mario Molina parte siendo un mexicano ejemplar que dedicó su vida a investigar y a trabajar en favor de proteger nuestro medio ambiente. Será siempre recordado con orgullo y agradecimiento”, expresó.
TV UNAM también lamentó la pérdida de Molina y en su memoria compartió su participación en el coloquio “De muro a muro”
A través de su cuenta de Twitter, el presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó la muerte de Mario Molina y envió un abrazo a familiares y amigos
El secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard también lamentó el fallecimiento del doctor, a quien calificó como un “científico comprometido y capaz”.
Por su parte, Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, calificó a Mario Molina como un hombre “comprometido con el medio ambiente a través de su quehacer como científico e investigador”.
“Falleció un grande”, así lo describió la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quién también lamentó la muerte del científico mexicano.
Acerca de Mario Molina
Mario Molina-Pasquel y Henríquez, nombre completo del Nobel mexicano de Química, nació el 19 de marzo de 1943 en la Ciudad de México.
Mario Molina fue un destacado científico y ganó el Premio Nobel de Química, junto con otros dos científicos por haber descubierto la capa de ozono. En 1960, su gusto por conocer y experimentar lo llevó a matricularse en la UNAM como ingeniero químico. Posteriormente siguió preparándose en instituciones de Alemania y Estados Unidos, hasta que en 1973 se unió al equipo del profesor Sherwood Sherry Rowland como becario de posdoctorado. “Sherry me ofreció una lista de opciones de investigación; el proyecto que más me atrajo consistía en averiguar el destino de ciertos productos químicos industriales muy inertes —los clorofluorocarbonos (CFCs)— que se habían estado acumulando en la atmósfera, y que no parecían tener para entonces ningún efecto significativo en el medio ambiente”, contó Molina. Este estudio, que se publicó el 28 de junio de 1974 en la revista Nature, fue el que cambió no sólo la vida de Molina, sino la de todo el mundo, pues, “advertimos que los átomos de cloro producidos por la descomposición de los CFCs destruyen por catálisis al ozono”; alertaron sobre el peligro que corre el escudo protector de la Tierra debido a la contaminación.