Exactamente hace un año la comunidad de Asunción de Nochixtlán fue escena de un penoso capítulo de la historia reciente de México, un momento en el que la represión y la violencia proveniente del gobierno hirió profundamente a sus habitantes y a los mexicanos en general.
Ocho muertos, más de 100 heridos fue el saldo oficial, pueblo contra pueblo pues los daños fueron en ambos bandos, dos grupos divididos por la falta de sensibilidad, de juicio, de humanidad e ineficacia de los gobiernos estatal y federal.
La causa fue la desastrosa “reforma educativa” de Enrique Peña Nieto, una reforma que castigó a los maestros, aquellos que en la sierra, con recursos limitados y salarios de hambre dan educación a los niños y jóvenes que en su mayoría no tendrán mayor oportunidad, que tuvieron la mala fortuna de crecer alejados de prácticamente todo.
Los integrantes de la Coordinadora no estaban solos, eran respaldados por alumnos y padres de familia en un reclamo que pocos quisieron escuchar y mucho menos apoyar porque, todos estaban de acuerdo en una reforma a la educación de México, una de las peores evaluadas, pero que se centró no en mejorar los planes de estudio, la capacitación de profesores, de mejorar las instalaciones, los materiales didácticos, ni siquiera mencionó que hubiera escuelas dignas, sino la finalidad era reformar laboralmente a los maestros, quienes a lo largo de los años ganaron poco, generando mucho para los líderes sindicales en turno.
Guardar el orden público fue la justificación para Aurelio Nuño, Peña Nieto, Gabino Cue, Osorio Chong, quienes dijeron que atenderían a los heridos, instruirían investigaciones, lamentaban los hechos, se unían al pésame de las familias, pero de la Reforma, ni hablar, esa ni la tocarían, no había marcha atrás.
Hace un año, Oaxaca y México se tiñeron de sangre nuevamente pero esta vez, los abusos se registraron ante las miradas y cámaras de corresponsales internacionales, de medios locales y de los mismos involucrados que con teléfono en mano, echaron por tierra la versión oficial. Casquillos por todos lados, heridos de bala, gases lacrimógenos. Niños, pobladores de las colonias cercanas fueron perseguidos, golpeados, gaseados.
Hace un año de que el estado prefirió utilizar toda la fuerza para aplacar a los maestros que se oponían a una de sus flamantes reformas cuya finalidad era pisotear los derechos ganados, los derechos de un sector utilizado a discreción en uno de los estados más pobres del país.
Un año, en el que ni México, ni la gente de Nochixtlán no ha logrado tener paz y mucho menos justicia.