En 2006 Teresa, Alberta y Jacinta fueron detenidas acusadas del secuestro de agentes de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones (AFI), durante un operativo para confiscar productos piratas en el mercado de Santiago Mexquititlán, Querétaro. Más de 10 años después la Procuraduría General de la República ha pedido públicamente una disculpa a las tres mujeres otomíes.
Nunca hubo evidencia del secuestro, mucho menos del operativo, las versiones de otros locatarios apuntaban a que se trataba de extorsión por parte de los seis agentes que acusaron a las mujeres y fue la voz de los testigos quienes mantuvieron vivo el reclamo ante las acusaciones injustificadas, sin embargo, todo esto no bastó para evitar que las tres mujeres fueran encarceladas por tres años, exhibidas y señaladas.
Hoy, Raúl Cervantes Andrade, tuvo como escenario el Museo Nacional de Antropología y fue el encargado de ofrecer una disculpa en dos etapas, en una primera parte Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio y en un segundo momento dedicó unas palabras a Jacinta Francisco Marcial.
Ningún discurso podrá revertir el daño que sufrieron las tres mujeres, mucho menos recuperar los años perdidos, pero en toda esta situación, lo importante es que además de libres, se les reconoció su inocencia, la inocencia que nunca perdieron, pero que fue velada por la complicidad y abuso de poder de las autoridades.
Para llegar a este punto, se requirió la participación de la sociedad y de organizaciones civiles como Amnistía internacional, Centro de Derechos Humanos Fray Jacobo Daciano y el Centro Prodh y fue su presión lo que condujo a que hoy el gobierno, la PGR, pidiera una disculpa pública.
¿Cuántos inocentes más se encuentran en esta situación? ¿Recibirán también una disculpa pública? ¿Después de cuántos años? ¿Hasta cuándo habrá una justicia más certera en México?